lunes, 9 de julio de 2007

Pizarrón


Una superficie blanca sobre la que se coloque lo que sea. Disparadores aleatorios que van configurando un discurso. Porque ya se lee algo ahí donde parecía que nada iba a surgir, desde mensajes de inocencia emocionada hasta reivindicaciones de los drogadictos, petición controladora de las adicciones. Dice sabiamente Ramón, habitante de la Glorieta de uñas largas y negras e ingenio agudo: si todos nos drogáramos, habría escasez y no alcanzaría para todos. O, por ahí, un Piolín que guarda una secreta esperanza en una pluma púrpura colocada a un costado del dibujo. También una frase zen acerca de la fugacidad, lo poco importante que es la voluntad en asuntos relacionados con la permanencia. El buen Fermín, reproduciendo una frase napoleónica: sería un enemigo más eficaz si te hubiese servido en algo. Todo hilos de madejas distintas colocadas ahí para configurar posibilidades, acontecimientos que tientan los ánimos, provocan algo de curiosidad en los paseantes, representan los jeroglíficos dispersos que quisieran ser esperanzadores.

Pronto el pizarrón será colocado en las inmediaciones de la Glorieta, pues ahora aún está un poco aislado del contexto que asipa a representar.

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